¿En qué consiste la Economía Política?

La Economía Política es la ciencia de las leyes sociales que rigen la producción y distribución de los medios para satisfacer las necesidades humanas (consumo).  Ahora bien, ¿qué significa esto?

Marx nos dice que si las cosas fueran de la manera como se presentan, la ciencia entera sobraría. En este sentido, la ciencia pretende precisamente dar cuenta de aquello que no está a simple vista, de las leyes sociales que rigen detrás de las prácticas regulares de los seres humanos. Estas leyes presuponen la existencia de acciones humanas que se repiten en forma regular en un contexto histórico y en una sociedad determinada. En cuanto a la producción, ésta consiste en un proceso mediante el cual los humanos trabajamos y transformamos los recursos naturales para obtener bienes y servicios. Por su parte, la distribución es el mecanismo que establece cómo se han de repartir esos bienes y servicios entre los consumidores. Por ejemplo, el modo más difundido actualmente es el mercado, libre intercambio mediado por el dinero.
Por último, desde los más antiguos orígenes, los hombres hemos demostrado no poder satisfacer nuestras necesidades humanas de manera individual (sean estas bienes materiales o servicios intangibles), sino que para ello nos organizamos de manera colectiva.


La Economía Política no es neutral. Hablar de ciencias sociales implica conectar la ciencia económica con la historia y con la sociedad. Para hacer esta operación es imprescindible pensar que no existe una esfera económica constituida por los individuos que realizan intercambios en los mercados que sea independiente de una esfera política compuesta por las decisiones que se adoptan desde la esfera estatal.  En efecto, cada modo de organización económica que se defienda, cada modo de producción y distribución, cada  apreciación sobre las necesidades humanas, conlleva un posicionamiento político.

¿En qué mundo vivimos?

Como para introducirnos en el análisis socio económico de nuestro mundo, vale tener a mano una serie de datos para poder problematizarlo.
(mapa PBI global)

Uno de ellos es el PBI, que mide la riqueza producida por cada Estado. Sin embargo, esta riqueza tiene una representación muy variable según cuánta población haya en ese país. Para esto, tenemos otro índice que es el PBI per Cápita.  Ahora bien, lo anterior no implica que esa riqueza sea efectivamente repartida entre toda la población. A esto se suma el aporte del índice de Gini, que mide la desigualdad económica entre el 10% más pobre y el 10% más rico.

Muchos otras variables podemos analizar para tratar de comprender este mundo:





Nacimiento de la Economía Política

LLa Economía Política, como disciplina científica, nace en un momento muy particular de transformaciones políticas, económicas y sociales, que colaboran al surgimiento del interés por entender en qué consistía y cómo debía organizarse el intercambio entre humanos para la satisfacción de nuestras necesidades. Estas transformaciones están íntimamente relacionadas con la revolución industrial, el surgimiento de los grandes centros urbanos, la consolidación de los Estados modernos, etc.

En tiempos antiguos y medievales, aquello de lo que se ocupa la Economía era parte de la vida privada de las personas. Esto consistía principalmente en cómo proveerse de alimentos y elementos básicos para la vida humana, actividades que se resolvían dentro del propio feudo o territorio (como unidad autosuficiente) y que de ningún modo se creía que pudieran ser fuente de riquezas o intercambio con otras poblaciones. Por ese entonces, el modo principal de obtención de riquezas era la conquista de nuevos territorios y el cobro de impuestos a sus habitantes.  De hecho, el intercambio comercial con otros pueblos estaba sumamente limitado, puesto que cada feudo tenía su propia moneda, sistema de medidas, circuito de caminos, sistema de impuestos, etc.

Todo esto habría de cambiar con la 1ª Revolución Industrial que tuvo lugar en Inglaterra a partir de 1750. Consistió en una transformación tecnológica que se produjo en la industria algodonera británica a partir de la máquina de vapor. Esta nueva tecnología permitió una producción a gran escala que, en el correr de las siguientes décadas se expandió por los demás países europeos, revolucionando sus sistemas productivos. Semejante transformación requirió de la mejora de las rutas de transporte y de la invención del ferrocarril para el acarreo de los nuevos productos industriales, así como también para la carga de las materias primas que las fábricas utilizaban. Del mismo modo, los centros urbanos fueron transformándose en grandes ciudades modernas, consolidándose como centro para el intercambio de los productos y también como fuente de trabajo para grandes masas que migraban desde los campos en busca de oportunidades laborales.

Acompañando estas transformaciones sociales y económicas, también se vivió una revolución dentro de lo político. A partir de la revolución francesa, comenzaron a nacer los primeros Estados modernos, esto es, Estados cuya administración no estaba guiada por principios religiosos. En contraposición a los feudos medievales, de organización jerárquica e inmodificable, donde en lo más alto de la pirámide se situaba un rey que era designado según un orden divino; en los Estados Modernos que se fueron consolidando a partir del siglo XIX, la sociedad se organizaba en clases que no eran estancas, pensando a los hombres como libres e iguales, y con una autoridad política que gobernaba según leyes hechas por humanos. Lo religioso pasó así a ser parte de las creencias individuales de cada persona, pero sin relación directa con el modo en que un Estado debía organizarse. De este modo, los Estados modernos se disponen por primera vez a diseñar políticas económicas para organizar e impulsar sus sistemas productivos y sus nacientes industrias, bajo el mando de un gobierno centralizado y basado en principios racionales.

Claramente lo anterior no sería posible sin otro fundamental aporte que proviene de la Revolución Francesa, toda vez que declara a los hombres libres e iguales.

A partir de todas estas transformaciones comenzó a tomar forma el capitalismo, una forma de organización económica que busca la reproducción de la riqueza a partir del intercambio comercial. Lo revolucionario es pensar que la riqueza puede producirse, ya no extraerse, trasladando el eje de interés de las campañas de guerra a las fábricas. Algo así nunca habría sido posible sin la revolución productiva que permitió la máquina de vapor, la posibilidad de pensar Estados que no dependan de principios religiosos sino mundanos, y la disponibilidad de hombres formalmente iguales y libres que puedan incorporarse como trabajadores asalariados en las grandes industrias.
El capitalismo es entonces un modo de producción que no pretende más que la reproducción ampliada de capital. Vale aclarar que por “capital” se entiende a un determinado valor que se valoriza a si mismo, que tiene esa facultad de ponerse en juego para producir y aumentar la riqueza. El dinero, por su parte, muchas veces es invertido y se convierte en capital, sin embargo no son sinónimos. El dinero es una mercancía determinada que funciona como equivalente general del valor, permitiendo el intercambio. Cuando lo destinamos a la producción de una riqueza mayor, ese dinero funciona como capital. Pero capital también pueden ser otro tipo de valores, como ser la maquinaria, el conocimiento, los trabajadores, el edificio donde está montada la fábrica, etc. 

Sistema socioeconómicos de producción

El capitalismo es un orden tan presente en nuestras vidas y en el modo de intercambio global que lo tenemos naturalizado como el único modo posible de organizar la sociedad y la producción. Sin embargo, apenas 300 años atrás esto no era así.
El tipo y modo de producción, la organización en clases de la sociedad, las relaciones entre clases, el rol de la economía, etc. eran bien diferentes.
A modo de síntesis, veremos dos sistemas alternativos: el esclavista y el feudal; atentos a los hechos históricos que dieron lugar a la transición entre cada uno de ellos.

Sistemas socioeconómicos de producción



Adam Smith

Adam Smith fue el primer pensador que se detuvo a analizar la Economía Política de manera sistémica, esto es, a ver cómo funciona el conjunto del intercambio y producción de una sociedad. Al mismo se lo conoce también como el “padre del capitalismo”, ya que vivió y escribió desde el centro mismo de la Revolución Industrial, tratando de descubrir la fuente de riquezas de las naciones. De hecho, su obra más famosa se llamó “La Riqueza de las Naciones” y fue publicada en 1776, coincidiendo con el año en que Estados Unidos declaró su independencia de Gran Bretaña. Esto último no es dato menor, ya que la expansión del capitalismo a escala global dio lugar a otro tipo de intercambio y acumulación de riquezas que modificó la relación con el continente americano de manera radical: mientras que durante siglos la riqueza se había obtenido por medio de la conquista y la extracción de metales preciosos, con el advenimiento del capitalismo y la independencia de las ex colonias, éstas se volvieron socios para el intercambio comercial, principalmente proveyendo materias primas para las industrias europeas a la vez que comprando los productos elaborados que eran importados desde el viejo continente.
Anteriormente, Smith había estudiado las “pasiones” o intereses humanos, llegando a la conclusión de que aquello que motiva nuestro esfuerzo nace del egoísmo particular y la competencia. En este sentido, sostenía que cada uno, buscando la satisfacción de sus intereses individuales y a partir de las diferentes virtudes que tuviera, contribuiría al progreso de la nación. ¿Por qué esto? Porque dando lugar a puestos de trabajo diferentes, cada uno competiría por demostrar su talento y a partir de la rivalidad e interés por progresar en la propia profesión, se desarrollaría la industria, la productividad, el intercambio, las grandes ciudades, el progreso tecnológico, etc. Asimismo, cada uno encontraría la tarea acorde a su talento y a su esfuerzo, ocupando la clase social merecida (nótese la diferencia con la rígida estructura social del feudalismo, donde cada uno desarrollaba la tarea propia de su estamento, sin posibilidad de cruzar esa barrera). En suma, su teoría es que de este modo el interés individual conduce al bienestar general.

En línea con este pensamiento, en la Riqueza de las Naciones Smith toma a la división del trabajo como la base para el incremento de la productividad, y por ende, la riqueza de una nación. De la división del trabajo nacen también los mayores adelantamientos en las facultades o principios productivos del trabajo, y la destreza, pericia y acierto con que éste se aplica y dirige en la sociedad.

A continuación, algunas de los principales aportes a la teoría de la Economía Política que hizo este pensador escocés.

·   División del trabajo: entendida como la parcelación de las tareas necesarias para la producción de un bien, introduce las siguientes ventajas: a) aumenta la destreza de cada uno de los trabajadores, b) economiza el tiempo que se pierde al pasar de una tarea a otra, c) crea un gran número de máquinas que facilitan y abrevian el trabajo humano.  Asimismo se reconoce que en toda sociedad ha existido una división histórica del trabajo, ya que la especie humana se desarrolla en forma desigual (siendo que los hombres poseemos distintas habilidades manuales e intelectuales) y combinada (porque de la combinación de esas diferentes aptitudes podemos distribuirnos la tarea para mejorar nuestras condiciones de vida).

·       Valor: Smith se pregunta qué es lo que permite comparar los diferentes valores entre las cosas, percibe que no se trata del valor de uso (su utilidad) ya que esto varía según el contexto y según la importancia que nosotros le otorguemos (por ejemplo, ¿qué vale más, una silla que sirve para sentarse o una jarra que sirve para transportar líquidos? Imposible saberlo). Por tanto descubre que, en primer lugar las mercancías poseen dos valores diferentes: el valor de uso y el valor de cambio (aquello que permite el intercambio con otras mercancías, su precio). ¿Qué es entonces lo que determina el valor de cambio de un producto? Smith afirma que se trata del trabajo humano que haya sido necesario para la producción de ese bien. De este modo, bienes que demanden más horas de trabajo serán necesariamente más caros, más allá de su uso (por cierto, no siempre el valor de uso y el valor de cambio van de la mano, ya que existen cosas que tienen un gran valor de uso pero tienen comúnmente escaso valor de cambio, por ejemplo el aire tiene un valor de uso fundamental para la vida humana, pero su precio es insignificante. Por el contrario, bienes que tienen un gran valor de cambio, no tienen muchas veces, sino un pequeño valor de uso o ninguno, por ejemplo los diamantes).

Sucede, sin embargo, que a veces el valor de cambio obtenido por un determinado bien no coincide con lo que esperamos, sino que es mayor o menor. Esto conduce a Smith a afirmar que existen entonces dos tipos de valor de cambio, el precio natural/ real y el precio de mercado/ nominal. Mientras que el primero consiste en el precio suficiente para pagar los gastos (en su época se trataba del salario, renta y beneficio correspondientes  de las distintas clases sociales -trabajadores, terratenientes y empresarios), el segundo trata del precio efectivo al que terminan vendiéndose las mercaderías. Observar éste desajuste en la tira de Quino adjunta. Entonces, ¿cómo suponía Smith que podría remediarse esa diferencia? Como todo liberal, estaba convencido de que no debía existir intervención del poder político, más bien que la corrección resultaría del libre juego de la oferta y la demanda.

·     Mercado: es donde se genera el intercambio de aquello que nuestros diferentes talentos producen, y donde nos abastecemos de lo que nosotros mismos no poseemos (hoy en día, se realiza por intermedio del dinero, una mercancía que funciona como equivalente del valor para facilitarnos el intercambio). Para Smith, un pensador liberal que buscaba terminar con los antiguos condicionamientos y trabas feudales, el mercado debe dejarse fluir sin ningún tipo de intervención o molestia por parte de las autoridades políticas. Se trata de una gran forma natural de intercambio competitivo que siempre conduce al equilibrio, más allá de desajustes circunstanciales. Es por eso que, si existe una diferencia entre el precio natural y el de mercado (como hemos visto anteriormente), Smith confía en que a largo plazo la ley de la oferta y la demanda la corregirán (por ejemplo, diferencias en la distribución del ingreso o el valor de los productos serían corregidas por la acción misma del mercado y no por la intromisión del Estado). ¿Cómo es esto? Si el precio de mercado es mayor que el precio natural, la gente no estará dispuesta o no podrá pagar más de lo debido por aquel producto, con lo que se producirá un exceso de oferta de esos bienes. Al haber exceso de productos ofrecidos, los productores necesariamente deberán bajar el precio, puesto que sino no lograrán venderlos. Lo mismo sucede con los salarios. Si los trabajadores demandaran una paga demasiado alta por su jornada de trabajo, los empresarios no los contratarían, con lo que los primeros se verían obligados a disminuir sus pretensiones para conseguir un puesto laboral. En el caso opuesto, si el precio de mercado fuese inferior al precio natural, los empresarios que vendan en esa situación obtendrían menos ganancias que lo normal y los trabajadores tendrían mayor poder de compra. Entonces si el precio de mercado volviese a subir hasta igualarse con el precio natural, se produciría una recuperación en términos relativos de las ganancias y una caída en términos relativos de los salarios.  En definitiva, lo que Smith sostiene es que, más allá de circunstanciales desajustes entre lo que se ofrece y lo que se demanda y sus respectivos valores, lo cierto es que todo tiende naturalmente a equilibrarse en el mediano plazo. De este modo, este libre juego entre la oferta y la demanda siempre será preferible a la intervención del Estado para intentar equilibrar el intercambio.

    De este modo, las variables en juego para la comprensión del las leyes de oferta y de demanda, son el precio y la cantidad. La ley demanda registra cuánto se querrá adquirir de un bien a un precio dado, considerando que en tanto mayor sea el precio menor será su demanda. Por otro lado, la ley oferta registra cuántos bienes se querrán vender a un precio dado, siendo que cuanto mayor sea el precio más serán los interesados en producir ese bien/servicio y viceversa.

     En este escenario, no existe peor mal que la situación de monopolio, ya que precisamente el hecho de no haber competencia impide el libre juego entre oferta y demanda, con lo que el productor tiene posibilidad de fijar el precio más alto y manejarlo a su propio arbitrio (claramente esta concepción se enmarca en el enfrentamiento que la clase burguesa y comerciante a la que pertenecía Smith, mantenían con la antigua nobleza que detentaba aún una posición de monopolio en el intercambio comercial).

    En suma, la teoría de Smith supone: a) cualquier desequilibrio de mercado se corrige a través de la oferta y la demanda; b) en este contexto el fabricante se ve obligado a ser lo más eficiente posible en materia de costos de producción para sobrevivir en un mercado competitivo; c) existe una “mano invisible” que hace que la búsqueda de bienestar individual arroje como resultado la felicidad colectiva, la libre concurrencia entre numerosos vendedores y compradores es beneficiosa para el individuo y para la sociedad.

·    Comercio mundial: Smith traslada a la escala mundial su teoría sobre los desiguales talentos de las personas, de modo que cada país, siendo diferente al otro, deberá encontrar qué es lo que le resulte más conveniente producir para ofrecerlo al mercado global. Así, cada país buscará siempre ofrecer los mejores precios según sus recursos y su industria, compitiendo con sus pares. El comercio mundial, de este modo logra también el beneficio recíproco de todos los que participen en él,  ya que cada país exporta las mercaderías cuyos costos de producción sean más bajos en relación a otros países e importa aquellas mercaderías que resulten más baratas afuera que el propio país. 
    Esto implica un doble beneficio: 1) cada país logra especializarse en cierto producto y sacar de su territorio la producción excedente, mientras que 2) cada país puede importar aquello que no tenga, sin necesidad de desarrollar todas las industrias.

     Para Smith,  la especialización productiva de los países debería regirse según un estudio de precios como el siguiente, considerando las ventajas absolutas según los costos de producción que los diferentes bienes tengan en los distintos países:



Caso 1
Caso 2

País desarrollado
País subdesarrollado
País desarrollado
País subdesarrollado
Bien Agrícola
   $4
$5
$6
$5
Bien Industrial
$1
$6
$1
$6
En el caso 1 no convendría el comercio bilateral, ya que ambos bienes resultan más económicos en el país desarrollado. En cambio, en el caso 2 sería beneficioso para ambos países, siendo que un bien es más económico en el país desarrollado mientras que el otro en el subdesarollado.

Adam Smith - trabajo en clase

Smith - preguntas trabajadas en clase

Teoría de la división del trabajo
  • ¿Cuáles son las ventajas de la división del trabajo desde el punto de vista del trabajador?
  • ¿Cuáles son las ventajas de la división del trabajo desde el punto de vista del empresario capitalista?
  • ¿Dónde se ha podido desarrollar mejor esta división del trabajo?
  • ¿Qué función cumplen las maquinarias? ¿A quién cree Smith que benefician?


Propensión al cambio
  • Qué función cumple para Smith el mercado?


Teoría del valor y precio
  • ¿Cuál es la diferencia entre valor de uso y valor de cambio?
  • ¿Cuál es la unidad de medida del valor entre los diferentes bienes?
  • ¿En qué consiste el precio natural?
  • ¿En qué consiste el precio de mercado?
  • ¿Por qué Smith defiende el libre intercambio de mercado?
























Ejercicios oferta y demanda


La división de clases y la igualdad que proponen los derechos modernos




Libertad vs. igualdad

La propuesta de Adam Smith estuvo fuertemente condicionada por su oposición a la herencia de prácticas feudales como la intervención del Estado en cuestiones económicas y productivas. Todo su pensamiento defendió la liberación del mercado e industria, de modo de dar espacio a la iniciativa individual e incondicionada de cada cual, quien procurando satisfacer su interés particular lleve al progreso general de la nación. Smith estaba convencido de que, como los hombres somos naturalmente desiguales (en capacidades tanto físicas como intelectuales), la libertad de iniciativa debe dar lugar al desarrollo de esos distintos talentos. Por esto mismo, gracias a la división del trabajo, existían diferentes clases sociales acordes a cada talento.
Ahora bien, logra esa libertad el bienestar general? O, por el contrario, colabora a la creación de mayores desigualdades entre los hombres? Este tipo de interrogantes fueron los que preocuparon a Marx, quien de manera opuesta a Smith, defendió la igualdad por sobre todos los demás derechos. Según creía, sólo a partir de garantizar la igualdad entre los hombres podrían éstos ser libres.
Por lo pronto, hay un hecho que podemos destacar de esta discusión: la libertad y la igualdad no son derechos absolutos, sino que existe entre ambos una fuerte tensión. Si uno garantiza ante todo la libertad, quiere esto decir que en función de ello podemos hacer cualquier cosa? Si somos libres de hacer cualquier cosa, no podremos acaso estar interviniendo en la libertad de otra persona? Por el contrario, si optamos por defender la igualdad ante todo, no sucede acaso que obligamos a los hombres a convertirse en algo que no son?

Difícil es saber cómo resolver estas tensiones entre la libertad y la igualdad, tan difícil que de hecho han dado origen a los dos grandes modos de pensar la Economía Política que se han dado en la historia: la propuesta capitalista liberal que sigue las propuestas de Smith y defiende la libertad como prioridad, y la propuesta socialista/comunista que propuso Marx y coloca su eje en la defensa de la igualdad.

Rousseau - El origen de la desigualdad entre los hombres

El filósofo Jean Jacques Rousseau afirmó en el siglo XVIII que existen dos tipos de desigualdad entre los hombres: 1) las naturales, que tienen que ver con lo biológico, los lugares de nacimiento, etc; y 2) las adquiridas, que surgen de la construcción del poder político y que, por tanto, son artificiales. Las que le preocupan, claramente, son las segundas y las tremendas injusticias que ve emanar de ellas.
Según sostiene, el hombre primitivo era un ser bueno, que convivía con otros para ayudarse o procrearse, en armonía con la naturaleza y sin el menor sentido de propiedad. Ese hombre primitivo, en efecto, vivía como los demás animales, pero contaba con una gran virtud que lo distinguía de ellos: el hombre es perfectible, puede evolucionar en su especie.
Eso explica la evolución de aquellas pequeñas tribus prehistóricas a la grandes civilizaciones modernas. Lo paradójico, sin embargo, es que así como el hombre se perfeccionó, se volvió en un ser vil, egoísta, destructivo..
Rousseau nota que en este proceso hubo un momento en que algún hombre dijo "esto es mío", creando el sentido de propiedad y anulando el uso colectivo de la tierra y la naturaleza. Ese hombre, luego creó un Estado para que vigile su propiedad. Ese Estado, entonces, es el responsable de perpetuar la desigualdad social que surge de las posesiones.
Aquí, una selección del "Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres" de 1754.
Origen de la desigualdad entre los hombres

Karl Marx

Karl Marx se interesó por analizar las sociedades capitalistas europeas, encontrando que existen en ella severas contradicciones. Mientras que por un lado la revolución tecnológica permite desarrollar las fuerzas productivas a extremos nunca conocidos por la humanidad; por el otro, existe una desigualdad creciente y feroz que se produce en el seno de estas sociedades. Por cierto, sus escritos más importantes están comprendidos entre 1848 y 1967, más de 100 años después de los de Smith. Mientras este último ponía su atención y entusiasmo en el progreso traído por la primera revolución industrial, Marx escribe luego de la segunda revolución industrial, observando las terribles consecuencias sociales que el capitalismo y el desarrollo de las fuerzas productivas iban acarreando.
Testigo y víctima de la primera gran crisis del capitalismo (década de 1830) y de las revoluciones de 1848, Marx se propuso desarrollar una teoría económica capaz de aportar explicaciones a la crisis, pero que a la vez interpele al proletariado a participar en ella activamente para producir un cambio revolucionario. Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, sostienen que todas las sociedades avanzan a través de la lucha de clases y del desarrollo de las fuerzas productivas (por ello se lo llama “materialismo histórico”), con lo que creía que incitar a la revolución de las masas obreras era parte de la construcción de una nueva sociedad más justa y una nueva época histórica. A ese fin dedicó gran parte de sus estudios y su vida, sufriendo por ello reiterados exilios.
Teoría del valor: Smith ya había notado que existe una diferencia entre el valor de uso que tienen los objetos (su utilidad) y su valor de cambio (aquello que hace que las diferentes mercancías puedan intercambiare entre sí). Marx, por su parte, percibirá que dentro del capitalismo, el hombre mismo se intercambia como cualquier otra mercancía, poseyendo un valor de uso y otro de cambio. Como cualquier otro producto, la fuerza de trabajo de un hombre se vende a un empresario que la compra y que a cambio nos da un dinero que llamamos salario. ¿Qué implica esto? El acuerdo es que todo lo que nosotros hagamos dentro del horario y espacio de trabajo será propiedad de quien nos contrata. O sea, nuestro valor de uso (nuestra utilidad, aquello para lo que servimos dentro del trabajo) se cede al capitalista, mientras que a cambio recibimos un valor de cambio (una paga en dinero).  Lógicamente entonces, cuanto más útil sea un empleado para la empresa (un mayor valor de uso), mayor será su valor de cambio (lo que cobre), y, al igual que con cualquier otra mercancía, esto tiene que ver con la cantidad de trabajo acumulado en aquella persona (la cantidad de estudios, las cantidad de habilidades desarrolladas, etc.).
Es por esto que Marx dice que “quien vende su fuerza de trabajo, en el mercado realiza su valor de cambio y enajena su valor de uso”. Su valor de cambio lo realiza en el mercado porque sólo cuando sale en busca de trabajo percibirá cuánto vale el suyo; mientras que su valor de uso es enajenado, porque todo aquello que fabrique en el trabajo no le va a pertenecer. Asimismo, a diferencia donde otros tiempos donde determinados hombres eran pertenencia de otros (ej/ la esclavitud), en nuestros tiempos es el hombre libre quien vende su propia fuerza de trabajo en el mercado.
Hay, sin embargo, otra peculiaridad que descubre Marx que tiene la economía capitalista: el valor de cambio que reciben los hombres por su trabajo, siempre es menor a su valor de uso. Esto implica que, todo lo que el hombre fabrique durante su jornada de trabajo, siempre tendrá un valor mayor a lo que vale su salario. ¿Dónde queda entonces esa diferencia? Si al valor de los productos hechos en la fábrica le descontamos lo que el capitalista debe pagar por los salarios, vamos a notar que existe una diferencia. Esta diferencia se llama plusvalía y queda en manos del capitalista, porque precisamente consiste en su ganancia. Entonces la verdadera ganancia, en el capitalismo,  no proviene de la venta a un mayor precio del producto (ya hemos visto con Smith que toda vez que el valor nominal aumenta, a la larga termina reequilibrándose en su valor real), sino que de que el valor de uso de un trabajador sea mayor a su valor de cambio.
Para Marx, esto que acabamos de explicar es una injusticia, ya que considera que el capitalista obtiene entonces una ganancia sin trabajar, tan solo explotando al trabajador.

Por último, ¿cuál es el elemento que diferencia al capitalista del trabajador/proletario? ¿Cómo logra una persona “explotar” a la otra? Para Marx la respuesta es muy sencilla, es la propiedad privada. La existencia de la propiedad privada es la que hace que sólo unas pocas personas posean los medios de producción (todo aquello que es necesario para producir, desde el dinero hasta la maquinaria). De hecho, que sea privada quiere decir que existe un mecanismo legal y social que no permite que los demás tengan acceso a esa propiedad, ya que sino serían tomados como delincuentes.
El hecho de que algunas pocas personas posean los medios de producción y los otros no, obliga a éstos últimos a una sola salida: la venta de su fuerza de trabajo, o sea ofrecerse como empleado en la industria de un capitalista. De no optar por esta vía, lamentablemente no tendrán recursos para pagar sus alquileres, sus alimentos, etc.
En definitiva tenemos dos clases sociales principales: una que posee los recursos productivos (la clase capitalista), y otra que no los posee y que por tanto está obligada a trabajar para recibir un salario (la clase obrera).

Composición orgánica del capital: si el capitalismo consiste en una forma de producción que persigue la reproducción del capital, vamos a ver entonces qué elementos participan de esa reproducción de la riqueza, o sea cuál es la composición de ese capital que busca reproducirse y ampliarse.
Marx distingue tres elementos que son constitutivos del capitalismo:
1)    Capital constante: es aquella parte del capital que se destina a máquinas, edificios, materias primas, etc (todo aquello necesario para la producción a excepción del trabajo humano). Este capital es propiedad exclusiva del empresario capitalista y no del trabajador.
2)       Capital variable; Es la parte del capital que el capitalista emplea para adquirir fuerza de trabajo, es aquello que gasta en salarios para los empleados que contrata. Como hemos visto, es de aquí que nace la plusvalía (del hecho de pagarles siempre a los trabajadores un valor menor que aquél que tengan las mercancías producidas).
3)         Plusvalía: es la fuente de ingreso del empresario capitalista. Es la ganancia que queda en manos del burgués luego de pagar el salario del trabajador.

Si recordamos entonces que en el capitalismo se buscará siempre maximizar las ganancias, ¿cómo puede el empresario capitalista aumentar su plusvalía?

Marx identificó que existen tres estrategias básicas para hacerlo.
1)  La primera de ellas se deriva de aumentar la introducción de maquinaria (de capital constante), de modo de poder producir más y en menor tiempo. Las máquinas, de todos modos, nunca podrán reemplazar al trabajo humano, pero sí permite que un solo obrero con una máquina pueda hacer lo mismo para lo cual antes se necesitaran muchos más trabajadores.
2)   La segunda forma de aumentar la ganancia tiene que ver con aumentar la cantidad de horas de trabajo (el capital variable). Consiste en exigirle a un mismo trabajador que trabaje más por el mismo sueldo, por lo que habrá más producción que quede en manos del capitalista y, por tanto, más riqueza. Sin embargo, el excedente de horas tiene un límite físico y biológico, más allá del cual un hombre no podría sobrevivir.
3)     Una tercera forma es a partir de la existencia de lo que Marx llamó el “ejército industrial de reserva”. Qué es esto? Es la masa de desempleados, que tanto porque fueron despedidos de las fábricas a partir de la incorporación de máquinas y tecnología, o que no consiguen un puesto de trabajo. La triste virtud de tener una gran masa de desempleados permite tener un elemento de presión a favor del capitalista. Obviamente,  quien tenga el privilegio de tener trabajo buscará defenderlo porque ve en los desocupados lo difícil que es conseguirlo, y por tanto será mucho más dócil a la hora de acceder a los requerimientos del patrón. Al mismo tiempo, el capitalista se asegura que, de tener algún inconveniente con un trabajador, podrá fácilmente reemplazarlo con la gran cantidad de interesados que encuentra entre los desocupados.


Pero acaso… no llegará algún día en que aquellos trabajadores tomen nota de esta explotación y se rebelen en conjunto contra estas injusticias? Marx estaba convencido de que sí, y que incluso estas formas de intensificar la ganancia iban a llegar a un grado de explotación tan extremo que haría que los trabajadores “abran los ojos” y busquen organizarse para cambiar la sociedad, para hacer la revolución.

 “La directriz, el fin y el objetivo de la producción capitalista, son extraer la mayor cantidad posible de plusvalía y consecuentemente explotar la fuerza de trabajo al máximo nivel posible. Ha medida que el número de trabajadores empleados aumenta, también lo hace su resistencia a la dominación del capital, y con ello, la necesidad del capital de derrotar esta resistencia mediante una contrapresión. El control ejercido por los capitalistas no es sólo una función especial determinada por la naturaleza del proceso social de producción, es también al mismo tiempo una función de explotación del proceso social de trabajo, y esta consecuentemente enraizada en el inevitable antagonismo entre el explotador y la materia prima viva y trabajadora que él explota” – Karl Marx

La plusvalía

Karl Marx - estructura, superestructura y revoluciones sociales

Hemos visto que existen relaciones de explotación entre los seres humanos, y que esta explotación se funda en que unos pocos son los que poseen los medios de producción mientras otros muchos no y, por tanto, deben trabajar a cambio de un salario. A esta relación la llama Marx la estructura. La denomina así porque es la base, los pilares, sobre los que se mantiene el capitalismo. Sin esta  base económica donde se dé la propiedad privada y sin dos clases sociales (la capitalista y la obrera), sería imposible pensar el capitalismo.
Sin embargo, ¿notamos nosotros que estamos siendo explotados? ¿Acaso las leyes no dicen que somos hombres libres e iguales? ¿O por qué respetamos la propiedad privada si es tan solo una fuente de injusticias? Para Marx, esto se debe a que existe una superestructura que se encarga de que nada afecte a la base económica y que, de algún modo, disimula la explotación que se da en la estructura. Para Marx, la superestructura consiste en la sociedad política que nos organiza socialmente (el Estado y sus instituciones, las leyes, la policía, la educación, etc.), a lo que otros marxistas luego agregarán .también la sociedad civil (la ideología, las tradiciones, las religiones, etc.) todo aquello que nos conduce a comportarnos de determinado modo. Por ejemplo, si no respetáramos la propiedad privada y tomáramos algo que no nos pertenece legalmente, seríamos condenados como delincuentes tanto por la ideología de quienes nos rodean así como también por las leyes y por las fuerzas de seguridad del Estado, como ser la policía (nótese que mientras la sociedad civil ejerce su poder por medio del convencimiento, el poder político lo hace mediante la fuerza directa). La superestructura no es más que un disfraz que oculta aquello que es propio del capitalismo y que es la estructura. Así, mientras podemos sentirnos contentos porque nuestras leyes dicen que somos libres e iguales, Marx sostiene que eso no es más que una mentira, porque si miramos la estructura vamos a notar que los obreros no son libres (no les queda otra opción que vender su fuerza de trabajo para sobrevivir) y que tampoco son los hombres iguales (hay unos que tienen medios de producción y otros que no).
Marx percibe que incluso muchas veces la superestructura cambia, por ejemplo, existe la posibilidad de cambiar las leyes o de aumentar los salarios de los trabajadores, pero él está convencido de que aquello no deja de ser un maquillaje porque la estructura no se estaría cambiando. Es por esto que sostiene que lo que importa es cambiar la estructura para lograr una sociedad más justa, y a esa tarea vuelca todos sus esfuerzos.

En el Manifiesto Comunista, libro que Marx escribió junto a su amigo Engels, Marx nos cuenta que la actual estructura capitalista no ha sido siempre así.  La estructura de la época feudal se basaba en otras relaciones sociales y formas de explotación, por ejemplo donde se daba el dominio directo (la riqueza se obtenía dominando a los propios siervos e invadiendo nuevos territorios). En cambio, a partir del siglo XVIII y principalmente con la revolución industrial, esto se fue modificando por el actuar de la burguesía capitalista. Esto lleva a Marx a notar que la burguesía capitalista ha tenido un rol revolucionario en la historia, porque ha modificado la base económica, ha logrado enormes inventos y tecnologías, ha podido expandirse por el mundo entero, etc. Sin embargo, Marx creía que había llegado la hora de terminar con la explotación generando una nueva estructura. Lógicamente si para él la principal fuente de injusticias era la propiedad privada que hacía que existieran dos clases sociales entre los hombres, una revolución implicaba cambiar eso precisamente: abolir la propiedad privada y lograr una sociedad sin clases sociales.

MANIFIESTO COMUNISTA - Descargar

Lisa Simpson y una explicación mucho más sencilla del funcionamiento de la superestructura:



Marx - preguntas trabajadas en clase


  • ¿Qué es lo único que posee el proletariado?
  • ¿En qué clases divide Marx a la sociedad capitalista y qué distingue a cada una de ellas?
  • ¿Qué es la plusvalía?
  • ¿Qué propone Marx como solución a la explotación?
  • ¿Cuál es el rol revolucionario que históricamente ha desempeñado la burguesía?
  • ¿Cuál es el elemento central que debe abolirse para alcanzar una sociedad sin clases?
  • ¿Quién será el propietario en una sociedad sin clases?

Texto Marx - historieta conceptos de "El Capital"