El
19 y 20 de diciembre estalla un conflicto
económico, político y social que depone al presidente De la Rúa y pone
en jaque la estructura misma de nuestro país.
Desde
lo social: más del 20% de desocupados
y 60% de la población en la pobreza. Además el gobierno recorta entre el 8 y
13% las jubilaciones y salarios de empleados públicos.
Desde
lo económico: el “Megacaje” es el último
préstamo que se contrae para pagar dudas exteriores (aumentando en 55.000
millones la deuda externa argentina).
La
convertibilidad había destruido a la industria nacional porque todo producto
importado resultaba mucho más económico que aquél fabricado en una industria
dolarizada.
El
clima de incertidumbre genera que quienes tenían algún ahorro en el banco vayan
masivamente a retirarlo, pero se declara el “corralito” que congela todos los
depósitos y limita la extracción de dinero por cajero.
Desde
lo político: la falta de
credibilidad en los gobernantes llevó a la sucesión de 5 presidentes en una
semana y al pedido de “que se vayan todos”.
Luego
de la explosión del conflicto, se devalúa la moneda y abandona la convertibilidad
con el dólar, se declara el default y se deja de pagar la deuda externa por
unos años, se congelan los depósitos bancarios de ahorristas, se emiten bonos
que funcionan como monedas paralelas, etc.
Los
saqueos a supermercados, el no respeto a la orden de desarticular las
manifestaciones y permanecer en los hogares, los cortes de ruta, etc. ponen en
eje jaque la continuidad del sistema, porque justamente atentan contra la
estructura capitalista.
También
se generan economías alternativas, como los clubes del trueque, que se guían
por lógicas diferentes.
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